martes, 4 de diciembre de 2007

renta basica 3

Reformas radicales en lugar de triviales
Por Götz W. Werner
EL DILEMA
Aunque aumentamos continuamente la productividad de nuestra economía, el
resultado de esto es que cada vez hay más personas que contribuyen a la economía (principalmente con oficios artesanales, sea en la agricultura o en la industria) que acaban en el paro. Bajo mi punto de vista, de empresario, este dilema es tan solo aparente, pero seguirá existiendo mientras el sueldo siga ligado al trabajo. La imposibilidad de mantener este principio ya fue comentada en su día por Peter Glotz, recientemente fallecido. El opinaba incluso, que los rumores acerca del pleno empleo eran en realidad un voto de silencio por parte del Estado. La realidad es que hoy en día 15 millones de personas subsisten en Alemania gracias a las herencias, ayudas sociales, sueldos para desempleados, trabajos clandestinos o donativos de terceros. En cualquier caso, ya no se sustentan gracias al propio trabajo o al sueldo de algún miembro de la familia.
Por ello, cabe afirmar que para salir de la crisis, hay que salir del aparente dilema. Para ello hay solo un camino: desligar trabajo y sueldo, aunque esto tiene que venir acompañado de la introducción de una renta básica incondicional. ¿QUÉ APORTARÍA UNA RENTA BÁSICA INCONDICIONAL?
Los precios netos descenderían, puesto que los salarios serían sustituidos en parte por una renta básica. Por tanto, y al compensar la reducción de los salarios, el poder adquisitivo particular quedaría intacto.
Por otra parte, el Estado podría suspender las transferencias y demás prestaciones a los ciudadanos. Las subvenciones a los organismos de pensiones, la transferencia de capitales entre las agencias de empleo y los seguros de enfermedad, los subsidios familiares por hijos o por viviendas, los suplementos por gastos de viaje y demás subvenciones podrían eliminarse.
Por otra parte, la altísima imposición fiscal que hoy en día soportan los productos destinados a la exportación podría reducirse.
Por tanto, junto con la introducción de una renta básica incondicional, también sería necesaria una reforma fiscal radical. En una economía mundial cada vez más globalizada, Alemania necesita, como líder mundial en exportaciones y como sociedad post-agraria y post-industrial, una reestructuración del sistema fiscal, por medio de la cual los impuestos sobre beneficios sean sustituidos por impuestos sobre la renta real del consumidor dentro del país, es decir: gravar con impuestos el consumo, y no los bienes producidos.
El hecho de gravar con impuestos el consumo haría posible el aumento paulatino del impuesto sobre el valor añadido, a la vez que reduciría de forma paralela la tributación empresarial. A aquellos que interpreten esto como una posibilidad para aumentar los beneficios de los empresarios, cabe recordarles que los impuestos serían incluidos de todas formas en el denominado precio final para consumidor, lo que quiere decir que el consumidor pagaría (como ocurre ya actualmente) impuestos muy altos por medio de un aumento de los precios. Por tanto, no tiene sentido malinterpretar esta propuesta.
Bajo mi punto de vista, esta desconfianza refleja una imagen negativa del hombre, y creo que este es actualmente el motivo principal que impide una reforma radical del sistema fiscal. Por un lado, partimos de la base de que los responsables de tomar estas decisiones salen beneficiados con las estructuras existentes y, a su vez, ellos mismos parten de la base de que una renta básica incondicional disminuye la disposición de la gente para trabajar y rendir en su trabajo.
EL FUTURO DEL TRABAJO
Sin embargo yo pienso que una renta básica conseguiría evitar que el ciudadano tuviese que buscar y realizar trabajos nada afines con sus habilidades y aptitudes. Más bien, posibilitaría la búsqueda de un empleo que le diese la oportunidad de desarrollar su verdadero potencial personal. Como consecuencia de esto, cada vez más ciudadanos empezarían a buscar empleos que ellos considerasen apropiados, por una parte porque estos serían acordes con sus intenciones y por otra, porque estos trabajos cumplirían los requisitos morales generales que se espera de un puesto de trabajo.
De igual forma, esto daría grandes oportunidades de trabajo remunerado para y por las personas, ya sea en servicios asistenciales para ancianos o enfermos, o bien en el ámbito educacional o cultural.
Por último, aunque no menos importante, espero como empresario que soy, una
estimulación de la organización autónoma y la responsabilidad individual. Si no se subvencionaran las Ich-AGs (Ich-AG: término acuñado en Alemania que equivaldría a una compañía unipersonal) se facilitarían las iniciativas empresariales, puesto que el Estado daría libertad para poder organizarse de forma autónoma. Es un hecho objetivo que cualquier trabajo realizado, según el principio de la división del trabajo, es una labor que no se realiza en beneficio propio, tal y como sugiere el término Ich-AG, sino que esta labor se realiza para beneficio de los demás. Así, la economía se define como un continuo intercambio de servicios, es decir, como una extensa labor recíproca.
Puesto que la economía nacional es una labor recíproca organizada, la política de ingresos, social y fiscal debe estar orientada de forma que favorezca lo más posible a esta organización. Yo pienso que esto solo es posible si facilitamos esta libertad de acción mediante una renta básica garantizada, si confiamos en que las personas quieren contribuir de forma inteligente y responsable, y cuando aceptemos que nuestra economía nacional, con sus modernos métodos de producción, es capaz de producir ingresos suficientes para todos los ciudadanos, para que estos puedan vivir seguros y cómodamente. Todo esto, además, sin el discutible deber de trabajar y sin la problemática vergüenza de estar en el paro.
Götz W. Werner es el fundador de la cadena de drogerías dm-drogerie markt.
Desde el semestre de invierno 2003-2004 dirige como catedrático el Instituto
Interfacultativo de Entrepreneurship en la Universidad de Karlsruhe.

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